Carlos Alcaraz irrumpió en la pista central del Masters 1.000 de París con la determinación de quien no tiene tiempo que perder. El tenista murciano, lejos de especular en su debut, entró como un auténtico vendaval ante Grigor Dimitrov. Antes de que el búlgaro pudiera siquiera acomodarse sobre el terreno de juego, ya cargaba con un pesado 3-0 en contra y dos roturas de servicio en la mochila. Lo que sobre el papel se presentaba como un duelo equilibrado, se transformó rápidamente en un monólogo dictado por la raqueta del español, quien firmó un triunfo comodísimo por 6-1 y 6-3 en apenas 71 minutos.
Un dominio táctico abrumador
El pupilo de Juan Carlos Ferrero marcó el tono del encuentro desde el primer intercambio, desplegando un nivel de tenis visiblemente superior al mostrado en su debut ante Nishioka. Dimitrov, que venía de ser semifinalista en Viena y luchar ante Medvedev, se vio completamente desarmado por el empuje de un Alcaraz que convirtió la defensa en ataque con una facilidad pasmosa. El de El Palmar tejió una telaraña en la que su rival quedó atrapado constantemente; prueba de ello es que, de los 33 puntos disputados a más de cuatro golpes, el español se adjudicó 27.
Aunque hubo un conato de reacción por parte de Dimitrov en el segundo set —llegando incluso a disponer de un 15-40 para lograr una segunda ruptura—, todo quedó en un espejismo. Alcaraz, que llegó a jugar sin el vendaje en la rodilla izquierda como muestra de su plenitud física, sofocó la rebelión con un saque directo y recuperó el mando para sellar su pase a los cuartos de final. Allí le espera Holger Rune, otro talento de la generación de 2003 que viene en racha tras imponerse en Estocolmo y eliminar a Rublev. Con rivales directos como Nadal o Ruud fuera de combate, Alcaraz tiene en su mano asegurar el número uno al final de la temporada si triunfa en la capital francesa.
La consolidación de la rivalidad ‘Sincaraz’
Esta exhibición en París no es un hecho aislado, sino un capítulo más en una temporada 2025 que ha confirmado el cambio de guardia en el tenis masculino. El curso ha estado marcado por el apasionante pulso entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, quienes han convertido los Grand Slams en su coto privado por segundo año consecutivo. La profundidad y el drama del circuito femenino, con cuatro campeonas diferentes en los grandes torneos, contrastan con la tiranía que el español y el italiano ejercen en el cuadro masculino.
El año comenzó con un Sinner intratable, capaz de retener su corona en el Abierto de Australia tras batir a Alexander Zverev y superar los registros históricos de su compatriota Nicola Pietrangeli. A pesar de un parón forzoso en febrero debido a controversias antidopaje, el italiano regresó con hambre de títulos, cobrándose su venganza particular en la hierba de Wimbledon, donde levantó el trofeo tras derrotar a Alcaraz.
Duelos épicos en las grandes citas
Sin embargo, la respuesta del español ha sido contundente en los momentos clave. Alcaraz se erigió como el nuevo “Príncipe de la Tierra Batida” en Roland Garros tras una final antológica de cinco horas y media, donde salvó tres bolas de partido ante Sinner para llevarse el título. La rivalidad cruzó el charco hacia el US Open, donde Alcaraz, tras impedir que Djokovic sumara su 25º major, deslumbró bajo las luces de Nueva York desmantelando nuevamente al italiano en la final.
“Tener esta rivalidad significa mucho. Es súper especial para mí, para él y para la gente que lo disfruta cada vez que jugamos”, confesó Alcaraz tras su victoria en Estados Unidos, dejando claro que su ambición se alimenta de esta competencia feroz. Mientras el circuito encara su recta final en París, queda patente que la batalla por la supremacía del tenis mundial es cosa de dos.